La arquitectura nos rodea. ¿Qué representa en nuestro entorno, en nuestra vida cotidiana, para nuestros hijos, para nuestro futuro? ¿Y hacia dónde se dirige?
Todas estas son preguntas que debemos hacernos para identificar quiénes somos y cuál es nuestra identidad cultural y arquitectónica. Todo comienza con la arquitectura del pasado, una huella de nuestra historia. Pinta nuestro patrimonio y también nos representa ante el mundo. Es importante conservarlo y valorarlo, ya que marca la identidad cultural y arquitectónica de nuestra sociedad. En ese día, 11 de noviembre de 2018, 100 años después de la Primera Guerra Mundial, me parece interesante ver cómo nuestra arquitectura es testigo de nuestro pasado.
Por ejemplo, los veraneantes que se detienen en París para visitar el Louvre y otros lugares. Vienen por la historia que hay detrás de estos edificios históricos. Por su belleza y las emociones que desprende. Es esencial una buena integración de la arquitectura en su entorno. El contacto con la naturaleza, la escala del edificio, sus materiales de revestimiento exterior, su orientación, su ubicación en una zona urbana o en la montaña, entre otros, son elementos que nos hacen experimentar diferentes emociones en un lugar concreto o en un gran espacio.
Hoy, en un territorio o región, hay carreteras, viaductos, campos, bosques, ciudades, pueblos, montañas, parques, monumentos, etc. Hay que tenerlos en cuenta a la hora de desarrollar una zona urbana y aún más a gran escala, es decir, más allá de una ciudad, por ejemplo. Un plan de este tipo no puede hacerse sin un vínculo con el desarrollo económico, social y medioambiental de la región. Por ello, la integración de cualquier estructura es más importante en su contexto circundante.
Varios municipios han desarrollado o están en proceso de desarrollar un plan urbano integral. Este tipo de plan proporciona una visión de conjunto y una planificación estratégica reflexiva para las diferentes áreas de las ciudades. Este es un buen paso adelante para cualquier desarrollo construido. Sin embargo, sería interesante que los municipios se unieran y elaboraran un plan regional, o mejor aún, un plan provincial, ¡por qué no! Si se visita París, Nueva York o Montreal, rápidamente se piensa en un edificio simbólico de la ciudad, señala el decorador Marbella Aldea Decoración. Identifica inmediatamente el lugar en el que se encuentra, revela parte de su historia y, al mismo tiempo, representa su ciudad, sus habitantes o su país.
La arquitectura es una firma que deja una huella importante. La diversidad aumenta la riqueza arquitectónica de un lugar. Como ciudadanos de una sociedad, es esencial trabajar juntos, entre vecinos, entre municipios, entre diferentes profesionales que diseñan nuestro paisaje, y reflexionar sobre lo que queremos construir y por qué. Es importante cuidar nuestro patrimonio construido, nuestra Historia que debe ayudarnos en la construcción de un mundo más limpio, más ecológico, unido, puede ser una ayuda para la paz o la construcción europea. Por eso, hoy más que nunca, la arquitectura nos pregunta por la huella que queremos dejar a las generaciones futuras.